Por Carlos Calderón, CEO VIXORA.
Más allá de las nuevas apuestas por los “greenfield”, existe un enorme potencial de productividad esperando ser capturado en las operaciones mineras establecidas y de esta manera aprovechar la brecha de oferta por la transición energética.
A esta altura, nadie discute desatención de la demanda global de Cobre manifiesta en sus niveles de precio, tocando históricos y perfilando una década insaciable. Sabiendo las dificultades y la complejidad de incorporar nuevos permisos para operar, no podemos dejar de llamar la atención por la oportunidad que representa el incremento de productividad en una industria tecnológicamente rezagada (ver estudio) y donde las misma leyes de los yacimientos reflejan el tamaño de la eureka.
Solo para dar una idea, las mejores leyes en las operaciones de Cobre, excepcionalmente, no superan el 5% por tonelada movida, siendo entre 0,5% y 2% los valores esperados. Pero esto es solo el comienzo de esta empinada cuesta; en cada parte del proceso de creación de valor de esta industria hay espacio para la mejora de productividad y en la mayoría de ellos la seguridad y la sostenibilidad de estas operaciones se convierten en un acelerador para la misma productividad.
Todos estos elementos, sumados a las limitaciones naturales que establecen la lejanía geográfica de los “sites”, la dificultad para atraer talento, las condiciones de los entornos de operación como la altura, los niveles de radiación, polución, temperaturas, humedad entre otra decena de desafíos, hacen un cóctel de difícil digestión para lograr las cotas de producción que se aspiran para atender una demanda insaciable.
Una gran oportunidad
Habiendo dado vuelta al alboroto citadino por la transformación empresarial que sacudió las oficinas de los corporativos limeños durante la última década y recogiendo el acelerado progreso de las diversas tecnologías que han empujado las transformaciones de modelos de negocio en el resto del mundo, como el de la industria espacial, la conducción autónoma, la biología molecular o el de la energía por fusión nuclear, por mencionar solo algunas de las “tecnologías profundas”, también llamadas deep-techs, ahora es el mejor momento para acelerar la transformación de las operaciones mineras y convertirlas en potencias tecnológicas con altos niveles de productividad, seguridad y sostenibilidad.
La pregunta es cómo hacerlo y, como siempre, hay donde mirar alrededor del mundo. Los METS de Australia y los MEMSA de Sudáfrica han dado pasos significativos en esa dirección, pero nuestro vecino del sur (Antofagasta en Chile), aunque en una etapa más temprana, ha desplegado esfuerzos concretos durante la ultima década y hoy emergen las piezas de lo que claramente se perfila como un ecosistema fértil para que la innovación y la tecnología sean motores relevantes en la aspiración de esa industria.
Perú es uno de los territorios más importantes del mundo para la minería, no solo eso, ya es uno de los principales productores de varios de estos minerales altamente demandados y mejor aún, tiene reservas probadas de cobre que lo perfilan como el número uno del mundo, potencialmente algo así como lo que la cocina peruana logró las 2 últimas décadas o mejor aún como Silicon Valley es a la industria digital a nivel global, por lo tanto, aspirar a construir un ecosistema poderoso para colaborar y facilitar los procesos de adopción tecnológica a través de la innovación y otros diversos servicios de soporte a las operaciones debería tener consenso.
Es necesario mencionar algunos de los beneficios y externalidades que provienen de un proyecto de esta naturaleza, me refiero al encadenamiento productivo, al impulso económico regional y local (descentralizado), al empuje de la industria educativa a través de la demanda de talento, al igual que la investigación científica y los réditos para el fisco en todos los niveles de gobierno, entre muchos otros.
De una u otra manera, este proceso está empezando, desordenado, muy incipiente, sin gobierno y sin intencionalidad y es por eso que escribo estas líneas, como una reflexión e invitación a construir ese ecosistema de tecnología e innovación para acelerar el desarrollo de esta industria, como un motor de desarrollo nacional.
Vixora es una respuesta al descarado llamado de la minería para ayudarles a prosperar en medio de todas esas dificultades que ya he mencionado y al mismo tiempo, con una demanda global insatisfecha y creciente que sustenta de sobre cualquier pretensión intencional.
Estamos construyendo una plataforma de soluciones end-to-end para algunos de los desafíos que se enfrentan hoy, como por ejemplo los provenientes de la fatiga de los operadores, las colisiones de vehículos mineros, el elevado consumo de combustibles fósiles y el alto grado de emisiones contaminantes, mejorar la ley del mineral y la mezcla del procesamiento del mineral, etc…, para lo cual nos estamos apalancando en muchas de las capacidades de nuestra corporación (Ferreycorp), pero también aprovechando el conocimiento y las capacidades de los emprendedores tecnológicos que emergen en todos los rincones del planeta, gracias a las nuevas capacidades de una innovación ágil, global y escalable.
También estamos colaboramos con la academia y el talento local, aprovechando los primeros primeros esfuerzos que está haciendo el gobierno peruano para promover la innovación en el país.
Todo ello para construir una plataforma donde los extremos del playbook puedan encontrar valor en el propósito de acelerar la adopción de nuevas soluciones que emergen de la misma frontera tecnológica gracias al talento y a los sistemas de innovación que se han construido en otras partes del mundo.
En ecosistema para la minería peruana
Ciertamente ya hay indicios de este propósito, el Hub de Innovación Minera, Linkeminers, algunas derivadas de los Perumin, entre muchos otros precedentes pero insuficiente para sacar ventaja de lo que esta industria necesitará por las próximas décadas, se necesita un ecosistema robusto, empezando por la decisión empresarial de los líderes de la minería en el Perú para articular este esfuerzo, donde por supuesto, están presentes no solo las principales corporaciones del mundo sino también los jugadores locales.
Se necesita también un gobierno nacional y sus políticas públicas orientadas, no solo a promocionar la innovación, sino a liderar la construcción de espacios para ello, como son los parques tecnológicos o los proyectos G2G para la construcción de infraestructura, la transferencia tecnológica, los incentivos a la educación, entre muchas otras herramientas.
Se necesita de la Academia, los inversionistas y los emprendedores locales y globales, de las comunidades locales organizadas y muchos otros jugadores.
Un ecosistema de innovación es una red interconectada de actores y recursos que colaboran para fomentar el desarrollo y la implementación de un propósito común: Nuevas ideas y tecnologías para impulsar la productividad, la seguridad y la sostenibilidad de nuestra industria minera.
Y lo más importante, una cultura ambiciosa que promueva la construcción de una industria de talla global, que fomente una mentalidad de crecimiento que finalmente convierta a la minería en la plataforma para dar el salto que nuestro país necesita.